Aduana abierta, migración cerrada (parte 1)

“Si el nuevo leviatán es el mercado, si el mismo leviatán
estatal ha abdicado a lógicas características para proceder
como un «comisario de policía» y como productor
de institutos jurídicos al servicio del mercado”.

Emilio Santero

Autor: Dr. Silvino Vergara Nava

En la actualidad, muchos tratadistas y expertos en el mundo hacen estudios y análisis respecto al papel del Estado y sus instituciones jurídicas que se encuentran al servicio de entidades económicas globales, tal es el caso de Ulrich Beck, Luigi Ferrajoli, Zygmunt Barman y Emilio Santoro, entre otros, quienes en diversas disciplinas llegan a las mismas conclusiones que cita Naom Chomsky: “Los bancos están siendo mantenidos a flote mediante miles de millones de dólares procedentes de los impuestos mientras los mismos bancos desahucian a la gente de sus casas ha suscitado la ira de millones de ciudadanos” (Chomsky, Noam, Indignados en el epicentro del capitalismo mundial (Ocupar Wall Street), Urano, Barcelona, 2012). Estas políticas financieras mundiales se sustentan, entre otras cosas, en dos primicias: la aduana libre y la migración cerrada.

En la aduana libre, los sistemas jurídicos del Estado se están amoldando bajo la idea de que las mercancías deben fluir, esto es, deben pasar de un Estado productor a un Estado consumidor, para lo cual es necesario que los impuestos de importación —que en el pasado servían, más que para la recaudación del Estado importador, como gravámenes que impedían la importación de los productos debido a sus altas tasas— protejan la producción nacional para que se mantengan la planta productiva nacional, las fuentes de trabajo que provocan y que dichos productos puedan ser consumidos en la propia nación; de la misma forma, los impuestos de exportación establecían gravámenes altos buscando ese mismo propósito, es decir, evitar que la producción nacional se exportara y se presentaran problemas de desabasto. Ese sistema aduanal era cerrado bajo la tutela de los Estados sociales de derecho, que requerían fomentar el empleo y los derechos de seguridad social de la población, lo cual ha sido mudado en la actualidad: hemos dejado aquel Estado benefactor.

Ante las exigencias mundiales de las grandes corporaciones financieras, hoy se requiere de un sistema aduanal libre en donde los Estados legislen sobre los impuestos de importación para que cada día sean más bajos pues, debido a la libre competencia, se mejora la calidad de los productos y los pecios de los productos son mas económicos; además, con esta alta importación se evita el desabasto nacional. Por su parte, los impuestos de exportación prácticamente desaparecen (en México, el TIGE esta a tasa 0%); con ello, se impulsa que los productos nacionales tengan la posibilidad de ser competitivos a nivel mundial y que se puedan exportar con mayor facilidad, con lo cual se logra el crecimiento de las empresas nacionales. Ese es el sistema aduanal abierto que es impulsado adicionalmente con la legislación ya mencionada, con las comunidades económicas, y consiste en la abolición de las fronteras entre países para el libre tránsito de las mercancías, en los acuerdos comerciales bilaterales y en los tratados de libre comercio.

Así es el actual sistema financiero globalizador que proviene de la escuela de Milton Freedman, en Chicago, y de Friedrich von Hayek, con el no intervencionismo del Estado en la actividad económica, al que Jock Young denomina como tiempo del “capitalismo terminal” (Yougn, Jock, El vértigo de la modernidad tardía, Didot, Buenos Aires, 2012). Ese sistema aduanal abierto ha representado, en palabras de Noam Chomsky, que: “Las empresas pueden ganar todo el dinero que quieran, pero si se meten en problemas, la responsabilidad de la de arreglar todo pasa a ser de los contribuyentes… Las grandes empresas no quieren libertad de mercado, lo que quieren es poder” (Chomsky, Noam, Cómo funciona el mundo, Katz, Argentina, 2013); es decir, pareciera que ese sistema no ha funcionado, pues lo que dice la Academia Económica respecto a lo que sucede en naciones como las de esta región de América Latina es completamente lo contrario: Los productos nacionales se acabaron o, por lo menos, se volvieron propiedad de las grandes corporaciones; las pequeñas empresas de la nación, en el mejor de los casos, se volvieron proveedoras de estas grandes compañías; otras fueron absorbidas por ellas y, en el peor de los casos, desaparecieron ante la competencia feroz en los precios y en la calidad de los productos. Sin embargo, se mantiene ese sistema aduanal libre que siendo coincidentes con ese libre movimiento de las mercancías de un país a otro, entonces ¿qué sucede con la migración de las personas? La migración se sustenta en un sistema inverso, es decir, paradójicamente es cerrado; por tanto, vivimos en presencia de la aduana abierta y la migración cerrada.

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