¿Y quién debate sobre la reforma fiscal para 2022?

Dr. Silvino Vergara Nava

«Queridos conciudadanos, es nuestro propósito

 denunciar el curso perverso de una política

 ciega que nos conduce al desastre.

Es el momento de enunciar una vía

política de salvación pública».

Edgar Morin

El momento más álgido para poner en debate el denominado «paquete económico» presentado por la presidencia de la república el 8 de septiembre de 2021 ha sido opacado, olvidado, arrojado al desván de los asuntos sin importancia. No se sabe nada de los debates respecto de dicha reforma fiscal, menos aún, se conocen las opiniones de diputados, senadores, las comisiones de hacienda de ambas cámaras: senadores y diputados, o, bien, la posición de los partidos políticos. En resumen, hay un silencio sepulcral.

Si acaso, se conoce algo sobre lo que contiene la ley de ingresos, el presupuesto de egresos y algunas de las reformas a la ley del Impuesto Sobre la Renta, la Ley del Impuesto al Valor Agregado, el Código Fiscal de la Federación, que son la base para el desarrollo de la economía del país en el próximo 2022. Sin embargo, el contenido de esas leyes no es nada intrascendente, a pesar de que lo que se recauda, lo que se dicta y determina en esas reformas no es cualquier cosa; es decir, algo de tan suma importancia está siendo trivial para esta legislatura. Los tiempos constitucionales están transcurriendo para que se apruebe el denominado «paquete fiscal», pero no se ve que se esté avanzando en cuanto a modificaciones de la propuesta presidencial o en un debate, por lo menos, de él. Todo da entender que dicha reforma fiscal está en el escritorio de los diputados y senadores sin ser abierta para su estudio y debate.

El problema grave para la población, para la economía mexicana, para el futuro cercano es que no se sabe, por lo menos, cuáles son los puntos más importantes de esa reforma; pues lo que se menciona no pasa de ser una nota en los medios de comunicación sobre un supuesto régimen de confianza para ciertas personas física y, si acaso, el aparente regreso del dictamen fiscal formulado por contador público registrado ante el SAT y las sanciones a dichos profesionales. No obstante, fuera de esos temas, no se hace mayor mención de la reforma fiscal. Sólo se está al corriente de que la recaudación aumentará sin que se sepa, empero, a costa de qué y quiénes; lo cual es muy preocupante para una administración que pretende sostener que México es una nación más democrática que hace tres años, pues lo que sucede es una muestra de que no hay mucho que presumir y de que no se ha abierto el debate sobre la propuesta tributaria.

Ahora bien, de lo que sí se habla es de la reforma constitucional. Políticamente, esta administración pública federal acomodó la propuesta de una reforma más a la Constitución, que ahora es la denominada «reforma energética»; propuesta que parece abarcar todo el debate en el país, como si no importaran los impuestos y las reformas al respecto. Es decir, el único tema es la propuesta constitucional puesta en paralelo con la cada día más preocupante reforma fiscal, que tienen relación directa con la situación económica del país. Así las cosas, viviremos lo que se ha presentado, por lo menos, en los últimos 25 años en el país: que se reforman las leyes tributarias sin que se hayan, por lo menos, leído, ni, menos aún, comprendido; cuyas consecuencias son obvias: una vez que entran en vigor, los contribuyentes son los que sufren con desempleo, despidos, cierre de negocios, el engrosamiento cada vez mayor de la economía informal y, por otro lado, la devoración del mercado nacional por los grandes capitales extranjeros, que se lo van apropiando sin que se pueda hacer algo al respecto. Todo un panorama que contradice la propia propuesta de esta administración pública federal de «primero los más débiles», que es la propuesta de las políticas públicas de izquierda. Pareciera que, en el fondo, lo que se da es todo lo contrario. (Web: parmenasradio.org).

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