Silvino Vergara Nava
“La búsqueda de la felicidad equivale
a ir de compras, y de que la
felicidad se debe buscar y se
encontrara en los
estantes de las tiendas.”
Richard Rorty.
El pasado 1 de abril de 2025, se publicó en el diario oficial de la federación, para variar en el diario vespertino, tres decretos de reformas constitucionales más de las que ya contábamos desde el 15 de septiembre del año pasado, es decir, a partir de esa fecha patria al día 1º. de abril, contamos con 17 decretos de reformas constitucionales, que no significa que cada una sea una reforma constitucional, sino que cada uno de estos decretos contiene una gran cantidad de reformas a está tan magullada Constitución mexicana, por lo menos, tiene más reformas constitucionales que cualquier reforma a las reglas de miscelánea fiscal de los últimos tiempos.
Una de estas reformas constitucionales, corresponde al artículo 123, que establece textualmente: “El Estado otorgará un apoyo económico mensual equivalente al menos a un salario mínimo general vigente, a jóvenes entre dieciocho y veintinueve años que se encuentren en desocupación laboral y no estén cursando algún nivel de educación formal, a fin de que se capaciten para el trabajo por un periodo de hasta doce meses en negocios, empresas, talleres, tiendas y demás unidades económicas, en los términos que fije la ley.”
Con esta disposición se establece una pensión más en México, ahora una pensión por desempleo, política proveniente de algunos países de Europa, como es el caso de España en donde, con la pensión que reciben los jóvenes, prefieren no obtener un empleo formal, menos comprometerse a estudiar formalmente, para evitar perder dicha pensión, por ello es que, se ven muchas personas que realizan labores en restaurantes, hoteles, tiendas, etc., de edades ya más maduras, porque los empresarios no encuentran interés en que los más jóvenes adquieran el compromiso de obtener un trabajo formal.
Pero, independientemente de lo que pueda suceder con esa pensión y la reacción que vaya a tener en el campo laboral, lo cierto es que, es parte esta reforma constitucional de las metas con que esta administración pública federal pretende llegar a que salgan de la pobreza siete millones de personas, sin embargo, al respecto de hablar de pobreza, vale la pena preguntarse: ¿qué se entiende por pobre en el mundo actual?, ¿qué es ser pobre para los sistemas capitalistas de este milenio, del capitalismo de la información, de la vigilancia, el capitalismo financiero?
Según el autor polaco Zygmunt Bauman: “Los pobres de hoy son: “los no consumidores”, no los “desempleados… “La norma que transgreden los pobres de hoy, y cuya transgresión los condena al rótulo de “anormales”, es la norma de aptitud del consumidor, no la del empleo.” Por ende, pareciera que el concepto de pobreza se ha transformado últimamente, pues la pobreza no se mide con que no se cuente con un empleo, particularmente un empleo formal, sino que ser pobre es no ser consumidor, esto es, incapacidad para consumir.
Así entonces, una persona pobre no es la que no tiene un empleo, sino la que no tiene capacidad de consumo, por lo cual, se ha transformado este sistema capitalista, porque resulta que anteriormente, lo que se proponía en las políticas públicas de las naciones, era la creación de empleos, hoy ya no es así, ahora las políticas públicas consisten en la creación de consumidores, a costa del erario público desde luego, pero esos consumidores son consumidores artificiales, que resultan ser los más funcionales para el sistema de consumo capitalista, porque los montos de esas pensiones son muy bajos, por ende, no alcanza para invertir, sino para el consumo diario de alimentos y demás enseres, a veces, innecesarios.
Reza un refrán mexicano que: “lo que llega fácil, fácil se va”, y esto aplica a esas pensiones, en donde los montos son pequeños y que se diluyen en el consumo de cualquier bien, por ende, se incrementa la capacidad de consumo de la población y con ello de la nación, por lo cual, esa capacidad de consumo beneficia no tanto a esa población que la recibe, sino particularmente, a las grandes empresas y monopolios, que son los que venden productos eléctricos en abonos que los hace más fácil de adquirir, aunque se paga lo doble del costo normal, aquellos supermercados, tiendas de conveniencia, cadenas de farmacias, de laboratorios, todas estas son las que obtienen los beneficios de estas pensiones, en resumen, el sistema no requiere de más empleos, de más trabajadores, el sistema económico global actual requiere de las políticas públicas de los estados en que se promueva la creación de consumidores, que son efectivamente consumidores artificiales para todas estas mercancías que están en el mercado y que no tienen los suficientes consumidores naturales que los puedan adquirir.
Con lo que sucede, debe de quedarnos claro que, así como alguna vez sostuvo Carlos Marx, en el siglo XIX, que los estados requieren de delincuentes para justificar la existencia de sus instituciones, como son los policías, cárceles, juzgados, tribunales, etc., incluso sostenía: “Una fantasmagórica huelga de ladrones, haría innecesarias las comandancias de policía, cárceles, juzgados, instituciones de seguros.”
Ahora, en el siglo XXI, lo que se requiere por parte de los Estados en sus políticas públicas es que inventen a los consumidores, pues de la misma forma: “Una fantasmagórica huelga de consumidores colapsaría las tiendas de conveniencia, farmacias, centros comerciales, supermercados.” Por ello es que, no debe extrañarnos que el rumbo económico global después de la pandemia de hace cinco años haya cambiado las políticas públicas de las naciones y para ello, esas reformas constitucionales. (Web: parmenasradio.org)