“Gran parte de causas del subdesarrollo sangrante Padecido por muchos países no hay Que buscarlos en el exterior y en el pasado Sino dentro de ellos mismos y en el presente.”
Fernando Savater
A unos cuantos meses –o días- que se presente la iniciativa de reforma fiscal para este sexenio, bien valdría la pena que se considerara dentro de la misma, la importancia que tiene un programa de repatriación de capitales, pues no debe perderse de vista que el regreso de este dinero de mexicanos residentes en territorio nacional, es sujeto del Impuesto Sobre la Renta en el caso del retorno, y en la actualidad, con la inseguridad publica, falta de oportunidades, pérdida de empleo, con los bajos intereses en las instituciones bancarias, representa que se ha estimulado enormemente la salida de capitales del territorio nacional, con muy pocos y nulos estímulos para su regreso, de inicio la salvedad que, retornarlos tiene sus graves costos en términos tributarios. Por ende, las políticas públicas de estímulo a los inversionistas extranjeros, de acoger los capitales que provienen de otros países que ofrece el gobierno federal y los gobiernos locales, incluso los municipales, muchas de las ocasiones se tratan de inversiones que no existen, comerciales meramente electorales, o bien, rotundos fracasos en inversiones de los estados para que no lleguen las anheladas inversiones extranjeras. Entonces, así como contamos con una posibilidad en la ley de ingresos de 2013, de la condonación de los créditos fiscales, se debía de complementar esta “bondad fiscal” -por lo menos en este año- con un programa de repatriación de capitales, que mucho hace falta en el estado mexicano, representa recuperar en parte la credibilidad de los propios nacionales de las instituciones del Estado, a lo que se le llama legitimidad, pues en realidad el que se beneficia con estos dineros en el extranjero son las grandes instituciones bancarias que envían el dinero con facilidad de un estado a otro, de un paraíso fiscal a uno que no lo es, que se puede observar con facilidad estos grandes movimientos de dinero que solamente le son permitidos a las grandes corporaciones, pues para todos los demás tenemos las leyes de lavado de dinero, de fiscalización, y las leyes penales, como bien lo sostiene Eduardo Galeano: “La ley es como una telaraña, hecha para atrapar moscas y otros insectos chiquitos, y no para cortar el paso a los bichos grandes, ha comprobado que la ley es como el cuchillo, que jamás ofende a quien lo maneja.” (GALEANO. Eduardo, “Patas Arriba”, Siglo XXI Editores, 1998, México) Bien se debía de estimular la credibilidad de las instituciones mexicanas con los mexicanos a través de estos programas de repatriación, pues por el otro lado, es evidente que existen inversionistas extranjeros, residentes ya en territorio nacional que no les interesa conocer el idioma, las costumbres, y principalmente las leyes mexicanas, con el único objetivo de recuperar su inversión a la mayor brevedad posible y regresar a sus países de origen, sin embargo, los mexicanos que repatrían el dinero, ¿A dónde han de acudir, sino es al territorio nacional?, por ende, el dinero circula por lo menos en México y no en el extranjero, como –otra vez- lo sentencia tristemente la política económica actual que en el consenso de Washington de la FMI y el Banco Mundial en 1990, indicó: “Dejad que los ricos se enriquezcan más y la riqueza acabará filtrándose también hacia abajo, hasta los pobres” (HABERMANS, Jurgen, La Constitución de Europa” Trotta, Madrid, 2012) de lo cual si bien no estamos muy de acuerdo, pero que, por lo menos esa “cascada” este situada en México y no en Holanda, Suiza, Canadá, Estados Unidos o Malta, estas medidas tributarias de simple sentido común, el no tomarlas en cuenta y no activar esas políticas encaminadas a ello, implicaría un desinterés por reactivar la economía en el estado mexicano, que cada día representa mayores desigualdades sociales, jurídicas y sobre todo económicas, que tristemente para compensarlas, contenerlas y controlarlas están las leyes penales y el poder punitivo.
SILVINO VERGARA NAVA