2021: sin equivocaciones

Dr. Silvino Vergara Nava

«Nadie ignora que el mercado, al no regularse,
al ser entregado a su propia mecánica,
caen en manos de los monopolios».

José Pablo Feinmann

Este año de 2021, que se encuentra a la vuelta de la esquina, es un momento crucial para México y el mundo; pero, en lo que corresponde a nuestra nación, es muy preocupante lo que deja 2020 para iniciar el año de 2021; esto sin considerar lo que representa el mayor problema que hay (la pandemia). Sin embargo, en lo que sí se puede, de alguna forma, enderezar el camino es en la perspectiva de nuestro país para con la población de a pie, es decir, con quien cuenta con un empleo, con quien tiene a sus hijos en la escuela, con quien tiene un pequeño negocio, una micro e, incluso, una mediana empresa; pues el escenario es más que desolador para todos ellos.

No sólo se trata de la salud lo que el Estado debe atender, sino también la economía, pues pareciera que ésta está quedando libre, a su propia suerte. Por ende, el Estado se está tropezando, en este año de 2020, con lo que su discurso se ha opuesto permanentemente, es decir, con una libertad excesiva de la economía, para que esta fluya muy al estilo de los padres del neo-liberalismo: Hayek y Friedman.

Inexcusablemente, lo que se requiere es que el Estado intervenga en la economía «casera», y no en la de las grandes empresas y monopolios (pues se sabe que ellos hacen lo que quieren), pues esta «economía casera» se está quedando «a la buena de Dios». El futuro de los negocios en México está en peligro, pues el haberlos dejado a su suerte durante los meses de encierro por la pandemia en el año de 2020 ya provocó su cierre, de acuerdo con los datos del INEGI: más de un millón de negocios cerrados. Lo cual es un signo distintivo de que es necesario que el Estado intervenga en la realidad de la economía nacional, y lo primero que debe hacer en el año de 2021, so pena de no causar más estragos en la población, es darle y brindar confianza a la ciudadanía: a los que cuentan con un empleo, a los propietarios de los negocios que subsisten en el país, a las empresas medianas, a los micro-negocios. No obstante, todo da a entender lo contrario: una gran inestabilidad que provoca que «el pez grande se coma al chico» en el mercado; pez chico que no son otros sino los pequeños negocios que, poco a poco, están cerrando para nunca más abrir y, con ello, dejando en la calle a miles de empleados; todos devorados por las grandes empresas, por los grandes almacenes y supermercados.

El debate del Congreso de la Unión que aparece en los medios de comunicación no es ni acaso un bálsamo para la situación económica del país; son medidas muy alejadas de aquel que sale los lunes a un trabajo y que espera que no haya turbulencias en su rutina diaria ni semanal. Pero ocurre que la reforma fiscal de 2021 no da sino más atribuciones a las autoridades fiscales para revisar, fiscalizar y sancionar a los contribuyentes de a pie, además de una serie de medidas en la Ley del Impuesto Sobre la Renta para encarar a un nuevo «enemigo»: las empresas autorizadas para recibir donativos, que, desde la óptica del Estado, son evasoras de impuestos; por ende, legislaron para su aniquilación en 2021.

Ninguna de las demás regulaciones en análisis en el Congreso tiene relación con brindar, por lo menos, algo de esperanza a los negocios; no se sabe qué pretende hacer el Estado. Por ello, han caído las inversiones nacionales. No hay rumbo alguno. En consecuencia, el que construía fraccionamientos o casas-habitaciones está dejándolo para otra ocasión; el que pudiera importar maquinaria de última tecnología prefiere esperar antes de que se endeude por algo sin un claro panorama; y así nos podemos seguir con una multiplicidad de sectores de la economía nacional, como es el caso del sector turístico, que no ve esperanza alguna que permita estabilidad de los negocios que han sobrevivido. Por ello, para el año de 2021, el Estado, sus políticas públicas, las leyes que se están debatiendo deberían poner más atención a ese amplísimo sector de la población, pero sin equivocaciones; porque lo cierto es que, sin esperanza y con equivocaciones, lo que puede darse es una muy amplia migración de la población a otros países, así como a la economía informal.

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