Aduana abierta, migración cerrada (parte 2)

“Delitos que son producto directo del funcionamiento
de los políticos en el poder, así como la inmensa
califa de «asesores» que perciben sueldos sin trabajar
y constituyen los peldaños de una burocracia delictiva…
Delitos de falsificación de medicamentos
y alimentos; al odio racial, religioso…”.

Elías Neuman

Autor: Dr. Silvino Vergara Nava

La migración cerrada, contrario a las aduanas abiertas, implica que los Estados permitan la libre circulación de las mercancías, sin embargo, la migración cerrada impide el paso de las personas, quienes no pueden transitar libremente de un Estado-Nación a otro; las fronteras cada día están más cerradas a nivel mundial: Se ha caído el muro de Berlín en 1989 pero en todo el mundo se ha implementado una diversidad de muros y, si bien se dice que la Muralla China es la única construcción del hombre que se puede observar desde el espacio, las nuevas fronteras pueden verse desde todo el universo con las altas tecnologías de la actualidad, por ejemplo, cámaras de video, rayos infrarrojo, etc., para evitar la migración, un fenómeno que “Es la resistencia a la globalización, cuyo proyecto de desconocimiento de los derechos sociales quiere reducir a la mayoría a la mera supervivencia” (Tocora, Luís Fernando, Política criminal global en América Latina. Mitos y Realidades, Eudeba, Argentina, 2015). Esto se debe, según el profesor Tocora, a que “Los movimientos sociales siguen ahí enarbolando sus símbolos, narrando sus dolores, reivindicando sus derechos. Grandes mayorías como las mujeres, los niños y adolescentes, los obreros, los indígenas andinos en sus países, los negros norteamericanos, o minorías como las etnias emigrantes… luchan por sus derechos y, como fundamento y sabia de ellos, por los derechos humanos”.

Así, más que la resistencia a la globalización es la reacción a ese fenómeno mundial financiero. Es claro que la globalización no se basa en principios democráticos —como sostiene Luigi Ferrajoli (La democracia a través de los derechos, Trotta, Madrid, 2014)—, por el contrario, está sustentada en un claro hermetismo dentro de cual se encuentra un problema económico y, por otro lado, un problema racial.

En el problema económico el propósito es dejar a los migrantes en sus propias naciones, con la finalidad de que ese “precariado” —como lo denomina Noam Chomsky (Cómo funciona el mundo, Katz, Argentina, 2013)— que es la extrema pobreza no sea un problema económico y social para los Estados del norte, que son los receptores de la migración; por el contrario, el objetivo es que “centenares de miles de emigrantes antes de que alcancen las fronteras de Estados Unidos. La Fortaleza Europa:

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