Dr. Silvino Vergara Nava
“Una civilización que elige cerrar los ojos ante
Aime Cesaire
sus problemas más cruciales es una civilización herida”.
Estos días en los que se mandan a las personas a su casa, otras están recluidas por el miedo más que por la pandemia o porque los centros de trabajo fueron cerrados en tanto sucede todo esto, resulta que el gobierno de los Estados Unidos de América ha anunciado que el tratado de libre comercio recién firmado y autorizado por cada uno de los congresos estará vigente a partir del 1° de julio de 2020, es decir, desde el inicio del año fiscal de aquel país; lo cual es tan grave como la pandemia que ha mandado a millones de personas a sus casas —de las cuales muchos, afortunadamente, no conocen personas que tengan esa enfermedad y solamente saben de ella por los medios de comunicación— y a otras, desafortunadamente, a la muerte.
Los tratados de libre comercio han tenido muchas objeciones. En esta ocasión en México, sorprendentemente, se dio la excepción. En las pláticas, negociaciones y los acuerdos del primer tratado de libre comercio de América del Norte, en la década de los noventa del siglo XX, hubo muchas objeciones, marchas, pintas en las calles, manifestaciones, etc. al respecto, que vaticinaban lo que se venía con ese tratado de libre comercio y respecto de lo que, desafortunadamente, acertaron. Hoy, no existió objeción ni reclamo alguno. Pareciera que la generación actual está totalmente vencida o, bien, convencida de que no hay alternativa alguna, como parece que está sucediendo con la actitud del gobierno actual, a sabiendas del desastre que causó el primer tratado de libre comercio en Norteamérica.
A partir de la entrada en vigor de aquel tratado de libre comercio, México se convirtió un país dependiente de la economía de los países del norte; se quedó sin industria nacional. El mercado nacional, las marcas propias, todo finalizó con ese acuerdo regional. Hoy México vive, desafortunadamente, de las empresas extranjeras que se acomiden a mandar trabajo para maquilar; los empresarios mexicanos desaparecieron y fueron orillados a convertirse en esos maquiladores que dependen del mercado norteamericano. Así, el futuro de miles de mexicanos ya no estuvo (ni está), por lo regular, en sus poblaciones y comunidades, sino que se encuentra en las grandes ciudades y en el extranjero. Paradójicamente, habiendo tantas maestrías, doctorados, etc., los estudios universitarios han bajado impresionantemente su nivel: el resultado de una instrucción meramente operativa y por ende insuficiente.
Con esa realidad, se iniciará la vigencia del nuevo tratado de libre comercio, el cual, históricamente, modifica al anterior atendiendo más a los intereses de la reelección presidencial en Estados Unidos de América que al mejoramiento de la economía de la región, en particular la de nuestra nación. Es lapidario lo sostenido por el presidente de esa nación al momento de firmal el tratado comercial, ya que dijo que este nuevo tratado comercial deja de ser de mera “sub- contratación” para convertirse en un tratado de libre comercio —que, dicho sea de paso, a decir de N. Chomsky, es de libre inversión más que de comercio—. Por ello, debe preocuparle a los mexicanos la entrada en vigor de ese tratado. Es indudable que, a partir de esa fecha, el país no será igual; muchas de las empresas de inversión norteamericana tendrán que emigrar; en tanto, se incrementará más el desempleo y la falta de oportunidades en un país donde, desde siempre, el sistema y el gobierno no escucha a su población.
Es extraño que a pocas semanas antes de que entre en vigor ese tratado de libre comercio poco se ha hablado de él. Desde luego que la urgencia de la pandemia ha robado cualquier noticia al respecto, pero los expertos, especialistas, las universidades se han olvidado de ese tratado y del inicio de su vigencia, lo cual representa una preocupación mayor, pues nadie sabe qué es lo que se viene con ese tratado, sobre todo teniendo en cuenta que se inició con un gobierno mexicano de derecha y se terminó firmando con un gobierno —a decir de su titular— “de izquierda”; lo cual es histórico, pues nunca Estado Unidos de América ha firmado algún acuerdo comercial con un gobierno que grite a los cuatro vientos que no comulga con el sistema capitalista.
Habrá que recordar que el tratado de libre comercio anterior provocó desempleos, la quiebra de infinidad de empresas nacionales; daño que se ha mantenido durante el tiempo; los campos se encuentran abandonados; el país se transformó en una nación de prestación de servicios; las innovaciones tecnológicas siguen siendo de importación y, por ello, la gran dependencia del extranjero. Atendiendo a esa cruda realidad, no se ve con muy buenos ojos el inicio de ese nuevo tratado comercial con los países del norte a partir del 1° de julio de 2020, pues esa sí parece ser una pandemia que afectará a todos.