Dr. Silvino Vergara Nava
Los movimientos sociales siguen ahí,
enarbolando sus símbolos, narrando sus dolores…Es la resistencia a la globalización, cuyo
Luís Fernando Tocora López
proyecto de desconocimiento de los derechos
sociales quiere reducir a la mayoría a
la mera supervivencia.
En estos días se han presentado dos noticias respecto a la ciudad de México: en primer término, la derogación jurídico-política del Distrito Federal; lo otro, la interrupción del suministro de agua, por cinco días, para los habitantes de dicha metrópoli.
De estas dos noticias pudiera decirse que la más importante es el cambio de Distrito Federal a una nueva entidad en el Estado mexicano; sin embargo, si lo analizamos detenidamente, pareciera que la noticia es la suspensión del suministro de agua.
No debe perderse de vista que el propio articulo 4 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos establece que el acceso al agua es un derecho social, por ende, debe ser exigible en las instancias jurisdiccionales, que es uno de los retos que tiene el Poder Judicial (Abramovich, Víctor y Courtis, Christian, Los derechos sociales como derechos exigibles, Trotta, Madrid, 2002).
Es decir, que tenga la población la posibilidad de que no únicamente en los casos emblemáticos, sino que todos aquellos justiciables que exigen ese derecho, puedan, ante un juzgado o tribunal, hacer exigible el acceso al agua potable.
Desde luego que es una tarea pendiente, y es claro que se trata de un reto sumamente complejo en parte; por ello, los Estados Sociales de Derecho se encuentran en retirada en el mundo, pues son inagotables las exigencias de la sociedad para brindar esos derechos.
No obstante esta imposibilidad de brindar el servicio de agua potable a toda la población, el Estado se encuentra obligado, por medio de su legislación y las políticas públicas, a alcanzar el mayor numero de población; por ello, en parte el suministro de agua potable, como un servicio municipal —artículo 115 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos—, ha sido propiamente absorbido por órganos autónomos de las entidades públicas, para que éstas se encarguen de dicho cometido y, con la llegada del Estado neo-liberal, se ha permitido que este servicio lo brinden empresas a las que les otorgan concesiones para la prestación de esos servicios, en muchas ocasiones, con graves problemas operativos.
Ya sea que se trate de la propia administración municipal, los órganos estatales operadores del servicio o, en su caso, las entidades particulares, se puede confirmar que, ante problemas de reparaciones o trabajos de mantenimiento, se las arreglan para que la suspensión sea lo menos gravosa para la población o que se busque la forma en que no se causen demasiadas molestias a los ciudadanos; sin embargo, en el caso de la suspensión por varios días del suministro de agua potable en una de las ciudades mas pobladas del planeta como lo es la ciudad de México, da la sensación de otra cosa: Lejos de una simple reparación, pareciera que es una prueba contundente de la hipótesis del periodista ruso Daniel Estulin (La verdadera historia del Club Bildenberg, Planeta, Barcelona, 2007), que ha hecho mención de muchos experimentos sociales realizados por las corporaciones económicas mundiales, como fue en su tiempo el combate al tabaquismo y a la industria del tabaco, aunque, en la actualidad, percibimos que fumar y que estas industrias promuevan algún espectáculo público es visto incorrectamente.
Lo mismo ha sucedido con la legislación y las políticas públicas para disminuir el uso de dinero en efectivo en el mundo, para un mayor control de la población por medio del dinero en las instituciones bancarias, o bien, lo sucedido a partir de la década de los setenta en EUA, como lo sintetiza Loïc Wacquant: “Los Estados Unidos se embarcaron en un experimento sociohistórico único: la incipiente sustitución de la gestión asistencial de la pobreza y los desórdenes urbanos, generados por la creciente inseguridad social y los enfrentamientos raciales, por su gestión punitiva vía policía, juzgados y sistema correccional” (Wacquant, Loïc, Las dos caras de un gueto, Siglo XXI, Argentina, 2010). Entonces, el presentimiento es que esta suspensión por tanto tiempo del servicio de agua potable a por lo menos de diez o doce millones de habitantes no se trata de una simple reparación ni que el organismo encargado del suministro de agua se encuentra en grandes problemas operativos y técnicos, o que se encuentre con sistemas complejos u obsoletos; todo parece ser una prueba o experimento social que se ha implementado en la ciudad de México para conocer la reacción de las personas, su comportamiento, la sensación que se presenta en la sociedad por la ausencia del suministro de agua, la capacidad económica de los habitantes para consumir pipas de agua, etc., y todo ello es vital para las inversiones y movimientos del poder económico. Sin embargo, esperemos que este presentimiento sea una simple sensación de unos días, como fue la suspensión del servicio de agua potable.