A nadie le interesa pagar la deuda externa

Dr. Silvino Vergara Nava

«La deuda es un instrumento con el
que controlar y regular al deudor […]
busca su propia reproducción y ampliación».

Slavoj Žižek

Desde el siglo XIX, se ha mantenido la soga en el cuello de un México endeudado con el extranjero, pues en tiempos de la presidencia de Benito Juárez (el 17 de julio de 1861) fue implementada la Ley de suspensión de pagos, que textualmente establece: «Por dos años quedan suspendidos los pagos para las convenciones extranjeras y la deuda contraída en Londres». Esta ley se debió a la situación que se vivía en esos tiempos, a la economía del país quebrada, a la nula recaudación de impuestos, a las aduanas intervenidas, etc. Sin embargo, eso ocasionó el disgusto de Inglaterra, España y Francia, cuyo último caso significó la segunda intervención de ese país a la nación mexicana. También cabe mencionar que la historia, sobre todo de los países de América Latina, ha conllevado a declarar la denominada teoría de la «deuda odiosa», que promueve el no pago de una deuda, si ésta la contrajo un gobierno espurio.

Ahora bien, viendo el historial de deuda externa de los países más débiles, es preciso preguntar: ¿a los acreedores les interesa que los países más endeudados paguen la deuda que tienen? Países que, paradójicamente, son donde están los recursos naturales más disputados por las grandes compañías: desde minas hasta bosques y tierras de cultivo.

La respuesta bien puede ser, enfáticamente, que principalmente a los acreedores no les interesa que los países paguen sus deudas externas. Como se ha visto en el desarrollo de los tiempos modernos, es clara la insistencia de prestarles más dinero, aumentar los intereses, pese al endeudamiento, para tenerlos presionados. Por lo cual, si algún país pretende pagar la deuda, se corre el riesgo de que quede en plena libertad. Algo en lo que —pareciera— ningún acreedor tiene interés. Éstos prefieren tener dominados a los países, porque, con ello, pueden exigir no solamente el pago de los intereses.

Es evidente que cuando hay una deuda y, también, la presión de los intereses, el acreedor no solamente presiona con el pago de esos intereses, sino con otros rubros, como influyendo en los sistemas jurídicos. Es muy común que un país no pueda recibir un préstamo si no implementa medidas jurídicas en beneficio de los intereses del sistema mundial. Tal es el caso, por ejemplo, de los juicios orales, de que existan las instancias arbitrales en los conflictos; también está el caso de los juicios penales, tal como son actualmente; asimismo, los sistemas tributarios, siendo muy similares entre los países de América Latina, por el simple hecho de que todos ellos se encuentran endeudados. Razón por la cual deben cumplir con las regulaciones de sus acreedores, que generalmente son los mismos.

Entonces, hay muchos elementos que permiten demostrar que a quienes menos les interesa que las deudas externas sean pagadas no son a los países deudores, sino a los acreedores, a los bancos, a los organismos internacionales, a los países más poderosos. Todos estos son los que mantienen a raya el crecimiento de los países débiles por medio de estos endeudamientos. Y con esto ocurre, por ejemplo, que hoy (un problema que debe ser manifestado) todos los países están peleándose por las vacunas y muchos de ellos pedirán prestado para adquirir alguna. Préstamos que serán a costa de sus libertades y, sobre todo, de su soberanía. (Web: parmenasradio.org).

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