¿Por qué no un debate de los candidatos sobre los impuestos?

Dr. Silvino Vergara Nava

“El pensamiento de la crisis va camino
de convertirse en el principal síntoma
de la crisis del pensamiento”

Boaventura de Sousa Santos

Lo que más puede preocupar a la población, ahora con las campañas políticas para elegir al presidente de los próximos seis años en México, es el tema de los impuestos, es decir, qué posición van a tomar los candidatos respecto a estas obligaciones tributarias. Ahora bien, pareciera que no se ha mencionado mucho al respecto; como que es un tema de segundo nivel en la campañas; no se ha puesto en la palestra salvo en ocasiones muy indirectas; sin embargo, es claro que si los candidatos pertenecen a partidos políticos que representan a los pensamientos políticos de izquierda, de derecha y del centro, entonces es evidente que hay mucho de qué debatir sobre el tema impositivo y no sucedería lo que se ha presentado en el último debate en donde solamente fueron insultos y contestaciones incorrectas entre unos y otros.

Así, tenemos que las políticas tributarias se regulan conforme a la posición política que se tenga, ya sea de izquierda, de derecha o, bien, del centro. Para el caso de la derecha, bien se puede decir que la propuesta tributaria de un candidato que defienda esas políticas es que se aumente el impuesto al consumo (en este caso el Impuesto al Valor Agregado), así como los impuestos especiales al consumo (como sucede con el IEPS, en el caso de los alimentos no básicos) o, bien, el impuesto sobre bebidas refrescantes, como también los que corresponden al consumo de combustible. De este modo, aumentando los impuestos al consumo, el Estado se permitirá disminuir los impuestos que gravan el patrimonio, como es el caso del Impuesto Sobre la Renta, de lo que vale la pena recordar que antes del cambio de gobierno de la administración pública de 2000 a 2006 se propuso ir disminuyendo gradualmente este impuesto. Sin embargo, ya no llegó a cumplirse con esta determinación, debido a que la nueva administración pública modificó esa medida y, por tanto, no se cumplió con el cometido de aumentar los impuestos al consumo y disminuir las tasas de los impuestos que gravan la riqueza o las ganancias: que normalmente son en aras de beneficiar a las grandes empresas. Otra de las medidas que pertenecen a las políticas de derecha es aquella de incrementar los impuestos sobre los salarios, lo que abonará en disminuir los impuestos a las utilidades de las empresas o, bien, las transacciones que se realizan en la bolsa de valores.

En el caso de las políticas públicas de izquierda, desde luego que resultan antagónicas a lo mencionado en el párrafo anterior. Bajo estas políticas, lo que debería de suceder es disminuir los impuestos al consumo, como es el caso del Impuesto al Valor Agregado, porque estos gravan propiamente a las personas físicas y, como consecuencia a las más pobres, que deben invertir más en realizar la compra de sus productos básicos para su simple subsistencia, como consecuencia. De la misma forma, se disminuirían los impuestos a los salarios de los trabajadores y, en el caso de ciertas actividades primarias (como en el sector agrícola, pesquero, ganadero), se establecerían exenciones e, incluso, un sector importante de apoyos económicos para desarrollar esas actividades, las cuales, si bien hoy se pueden encontrar en la legislación, desafortunadamente los filtros y requisitos son tan complicados que tales apoyos no llegan exactamente a donde deben llegar. Así mismo, se deberían mantener exenciones, como en el caso del Impuesto al Valor Agregado respecto a la enajenación de casas-habitación o, bien, en los productos de la canasta básica y en las medicinas.

En el caso de las políticas públicas del centro, es evidente que ha aumentado su tendencia hacía la derecha más que a la izquierda. Por tanto, se dejaría sin modificar los temas fiscales que son “tabúes”, como es el caso de la exención del Impuesto sobre la renta de las herencias y legados, lo mismo que la exención del Impuesto al Valor Agregado en las citadas medicinas y en productos de la canasta básica; pero, desde luego, en esta posición se pudiera plantear el incremento del impuesto al consumo; igualmente, la disminución de las tasas impositivas a las sociedades vía apoyos de deducciones inmediatas en la compra de activos fijos o, en su caso, difiriendo las tasas del impuesto sobre la renta. Pues bien, en todo caso, valdría la pena poner en debate las políticas tributarias para que, antes de votar, se conozca a qué atenerse al respecto de las obligaciones tributarias en los próximos seis años.

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